En Quiquijana el año de 1855, el presidente de la República don Ramón Castilla construyó el puente más hermoso de la cuenca del Willcamayu, con tres arcos y de piedra caliza de Romiqolqa; se alzaba majestuoso las bravías aguas del río sagrado de los Inkas. En el Poqoy tiempo (época de lluvias), el Willcamayu es temido por su corriente turbulenta y por la furia con que arrasa todo lo que encuentra a su paso, sin embargo, se calma frente al majestuoso puente, cual Amara gigante cansado y tierno hace su paso debajo del puente, acariciando sus muros con sus olas blanquecinas.
En el Chakiy tiempo (meses secanos), el río Willcamayu es tierno y suave, con sus aguas cristalinas de color azul como el cielo y hace sü paso por debajo del puente, el cual, se refleja como en un espejo mágico y natural. Este era escenario de grandes fiestas y Kacharparis (despedidas), como la fiesta de 30 de agosto, día de su patrona Santa Rosa de Lima. En este puente Quiquijana Chakapata, se conglomeraban todas las autoridades comunales, alferados, comparsas, músicos y pueblo en general del valle del Willcamayu.
Aquello era una fiesta mágico - religiosa, donde se despedía el mes de la Pachamama (madre tierra), hombres y mujeres brindaban en honor a la Tierra y el Agua, por haber recibido de ellos buena cosecha y se encomendaban para la siguiente campaña. Se libaba la rica y espumante chicha amarilla, intercambiando kíntus de coca al compás de las quenas, tinyas, arpas y violines. La música era dulce y encantadora, pues dicen, que las sirenas y duendes del puente salían a tocar con los músicos ranas.
Celio, un maestro violinista muy joven de Pampaqewar - Waraypata, había estado por más de cinco días amenizando la fiesta; como buen padre y esposo estaba preocupado por su esposa Juliana, quien se había quedado al cuidado de su hijo pequeño y sus animalitos en casa.
La preocupación y desconfianza de Celio era intensa porque su esposa era muy joven y buena moza, rebosaba encanto en su mirada y sonrisa. -Por todo esto renuncio a la fiesta y se enrumbó por el antiguo camino, con dirección a Pampaqewar. La noche pintaba un paisaje hermoso de nuestra serranía, con luna llena rodeada de estrellas y dispuestas a acompañar a cualquier caminante.
Celio, cargando su violín debajo del poncho, sigue caminando, sus acompañantes más cercanos son el cantar del río Willkamayu y su sombra, silueta negra de poncho y chullo, que camina junto a él. Pasa sin novedad el sagrado Qaqapunku, guardián de entrada de la antigua capital de Yanaqocha, para quien saca de su kukachuspa un puñado de hojas de coca y le ofrece como veneración haciendo alusiones y soplos. La noche está tranquila, Celio continúa caminando pensando en su bella mujer. Cuando voltea la curva de Escuzana y P'ítinayoqpampa, a unos 100 metros de distancia divisa una sombra negra que avanza hacia él. Por un instante se detiene y observa que tiene forma humana y Celio se pregunta: ¿Quién será?, ¿será alguien que se va a Quiquijaná?, ¿pero a éstas horas?. Es aproximadamente la una de la mañana, poco a poco se van acercando, Celio puede distinguir mejor porque la noche esta clarito, se trata de una mujer que viene a pasos acelerados, y a pocos metros la mujer se sienta en una piedra como quien descansa. En la mente de Celio se cruzan muchas interrogantes, así como su parte viril empieza a golpearlo, se va acercando más y más.
La mujer viste como las jóvenes doncellas bailarinas de P'asñaqoyacha; lleva una hermosa montera con adornos de plata, botones y cintas de agua que relucen bajo la luz de la luna, también viste una lliqlla multicolor, q'eperina tejida en alto relieve de colores vivos, sus polleras bien adornadas con encajes de soltera, bordados con hilos dorados. Celio por un instante pensó que esa mujer se había adelantado o escapado de la fiesta de Quiquijana.
De pronto escuchó la dulce y encantadora voz de su esposa Juliana que le decía: "papacito Celio...¿Qué ha pasado?....¿por que recién te vienes?.." Celio, sorprendido, la miró de frente a la cara, pero no lograba reconocerla ya que la montera hacía sombra y le tapaba todo el rostro. Parecía ser su esposa que le decía: "mira Celio, como no te aparecías yo venía en tu alcance...dejando sólo y dormido a nuestro hijo en la casa...ven, siéntate y descansa un rato".
Celio casi dudando se acerca un poco, pero no deja de mirar la cara de la mujer; ella, insiste a que se siente a su lado y saca de su q'eperina (manta) un atado pequeño de coca, también de lindos colores y le alcanza un puñado de coca: "papacito Celio,... siéntate, descansa un rato, piqcharemos coquita...para luego regresarnos a la casa." Celio recibe la coca fresca, verde y de primera calidad, pero no se sienta, y en eso la cera que lleva en su bolsillo que usaba para mejorar el sonido de su violín, empieza a quemarle el muslo derecho, como si alguien le estuviera echando agua caliente. Entonces él sospecha y se dice para sí "ésta no es mi mujer..." sujeta bien su violín con la mano izquierda y como quien se sienta al lado de la mujer, con un movimiento de águila arranca la montera de la mujer y corre a todo trote sin mirar atrás. La mujer reacciona desesperadamente y corre gritando tras el hombre: "papi Celio...¿Qué te pasa? ...¿Qué tienes?...¿estas bromeando acaso?...deja de bromear". Mientras, Celio corre sin parar, sin prestar atención a nada, él solo quiere llegar al sector de Qochapampa; donde están cuidando los maizales. Efectivamente se ve una luz a cierta distancia del camino y Celio continua corriendo sin parar, salta los cercos de las chacras, sin importarle las espinas, piedras o charamoscas; ingresa a la chuqlla rápido y asustado, espantando a los que se encontraban en ella.
Sobresaltados el tayta Facundo y su nieto, tratan de calmarlo y le preguntan: ¿que te ha pasado Celio?...¿qué pasa?...Jesúsniy... Jesusniy. Una vez calmado, Celio cuenta lo sucedido al tayta Facundo haciéndole ver la montera y la coca que había hurtado, miraron bien con la luz del mechero y grande fue su sorpresa al ver que aquella montera tan bonita y reluciente era una simple k'awa (bosta del ganado) y la coca tan fresca y rica eran las hojas del Mutuy. Entonces el tayta Facundo, un watoq (adivino), le dijo a Celio: "Hijo, te has encontrado con la Soq'a....mucho estarías pensando en tu esposa.... porque la Soq'a busca a las personas que se encuentran en ese estado de ánimo...la cera de tu violín es su contra, solo así haz logrado escapar". Le alcanzó una botella de kerosene para que se frotara sus manos, {Mes y parte de su cuerpo y un poquito para que bebiera.
Celio descansó un rato en la choza y con la primera luz del alba llegó a su casa, encontrando todavía durmiendo a su esposa Juliana junto a su hijo pequeño. Ya por la mañana le contó todo a su esposa y ella le dijo que en la noche se había acostado temprano, pero no podía dormir. Celio le abrazó y agradeció a Dios.
Las Soq'as.- Llamadas también gentiles, son seres milenarios que habitan en los matorrales o soqras de piedra (montículos de piedra). Las soq'as chupan la grasa de sus victimas, que adelgazan hasta que los huesos perforen su piel, produciéndoles un mal incurable.
Las Soq'as.- Llamadas también gentiles, son seres milenarios que habitan en los matorrales o soqras de piedra (montículos de piedra). Las soq'as chupan la grasa de sus victimas, que adelgazan hasta que los huesos perforen su piel, produciéndoles un mal incurable.
Interesante, solo que se tiene que tener mucho cuidado al tipear, porque una palabra mal copiado hace variar la lectura. JB.
ResponderEliminarImpresionante. Si una persona tuviera ese ser acechándolo, qué tiene que hacer para espantarlo o deshacerse de él?
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